Como novelista, como narrador, Mario Lanzarotti deliberadamente se aleja de dos cosas, de dos hechos fundamentales que marcan nuestra literatura: esta no es una novela sobre la dictadura militar de Pinochet (el hecho social más significativo en medio siglo) y en segundo lugar, no es una narración sobre las protestas sociales de los últimos años, (sea en Chile u otro lugar) y dentro de ese amplio marco conceptual de “la nueva protesta”, tampoco el autor nos presenta un relato basado en las identidades de género, ni en temas de conflictos ecológicos y/o medioambientales. Es decir, no están las querellas o las urgencias de nuestro tiempo.  

La vida de medio lado nos habla desde una lejana geografía, y a más de cuatro siglos de distancia: todo aquí tiene lugar entre los reinos de España, Portugal, Francia y Turquía. (América aún no existe como la conocemos). El virreinato del Perú es señalado un par de veces, pero sólo eso. Es decir, la construcción de la vida social, cultural y política de nuestro tiempo, está lejos de aparecer, o a lo más, recién da sus primeros y complejos pasos. Y esos pasos, esas huellas, aún no se escriben. Esta historia ocurre cabalmente, en otro mundo.   

Creo que ese es el primer y gran desafío que enfrentamos como lectores de la vida de medio lado, entrar a un mundo desconocido, y con el cual sólo compartimos dos cosas: la lengua, y el abanico de las pasiones humanas. Y quizá con eso baste para adentrarnos en esta extensa y maravillosa aventura.

Alberto Moreno, editor

Diciembre 2022